La Esperanza

Por: Andrés Zepeda
“Yo hago una labor social”, explica Maco el coyote. “Ellos no serían capaces de llegar por su cuenta. Y hay que hacerlo ya, antes de que los gringos pongan el muro y sea más difícil”.Cara de güisa (16 años), Yoli (25) y Claudia (39) se despiden de los suyos con la promesa de una vida mejor y la grieta punzante de una duda: ¿Cuándo?Sale el bus rumbo a Tecún Umán. Cruzan el Suchiate, están ya en Ciudad Hidalgo. Antes de Tapachula, bordeando el retén migratorio de El Manguito, ocurre el primer gran susto: asalto con machete.Les roban el dinero, les hacen quitarse calzado y ropa; a Maco lo agarran a patadas, el resto se salva de lo usual en estos casos: violación, asesinato… por fortuna el incidente no llega a más. Eso sí: recién ingresados, los deportan.Al día siguiente, con más suerte, cruzan de nuevo y consiguen llegar a Tuxtla Gutiérrez. Próxima parada: Juchitán, Oaxaca.En el istmo de Tehuantepec –la parte más angosta del país– se concentran casi todos los controles de la migra. La táctica de Maco es capear el peligro de noche, en buses de lujo, con papeles falsos. Lo logran todos menos Yoli, a quien retienen y deportan otra vez.Yoli vuelve a intentarlo… en tren. Nudo de hierros expuestos, el lomo de “la bestia” transporta a los que no tienen ni para el coyote. Pero nada es gratis: el Stan averió las vías, el convoy avanza a diez por hora y en torno a su lenta marcha florece el negocio (maquinistas, mareros, o simples mojados diplomándose en pillaje) de quitarle lo poco que les queda a los migrantes.Kilométricas jornadas. El calor, el cansancio, la inanición y la molotera provocan caídas, raspones, fracturas, mutilaciones, la muerte. También hay serpientes acechando desde los árboles, y nubes de abejas colgadas de los puentes. Darwinismo ferroviario. Desafío de millones.

Fuente: elperiodico.com.gt

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